jueves, 21 de agosto de 2008

El culto 'capo' de la mafia georgiana

Compaginó una prosa brillante con su larga trayectoria en el crimen organizado de Georgia

Intercalada por los barrotes de la cárcel -donde pasó 40 de sus 77 años de vida-, la azarosa biografía del político, dramaturgo y capo Dzhaba Ioseliani le convirtió en un personaje de leyenda en su Georgia natal.

Su muerte de un derrame cerebral coincidió esta semana con el 50º aniversario del fallecimiento de su paisano más universal, el georgiano Iosif Stalin. Lejos de eclipsar la efeméride, su muerte ha causado estupor entre los georgianos, que lo recuerdan como un personaje capaz de alcanzar las más altas cotas artísticas y descender a las inmundas cloacas del crimen organizado.

Como él mismo reconocía, en su juventud se le planteó una seria disyuntiva: o ingresar en el Partido o en el mundo criminal.Y eligió lo segundo. Siguiendo los pasos del primer Stalin, que a los 23 años ya sabía lo que eran los calabozos del zar, fue encarcelado por robo a los 16, lo que marcó el inicio de su fatal vocación de conde de Montecristo.

Tras escapar del presidio, Ioseliani, que no había terminado la escuela, ingresó con documentos falsos en la Universidad de San Petersburgo, donde dejó boquiabierto al profesorado por su talento. Compatibilizó sus estudios con esporádicos robos, lo que le devolvió a la cárcel por segunda vez. «Yo leía mientras los demás jugaban a las cartas», decía Ioseliani, que aprovechó para cultivar su natural instinto literario. El desconcierto que ocasionó la fuerza de su prosa animó a algunos académicos a pedir su libertad. Por ello fue liberado a los 39 años, momento que aprovechó para sacarse el graduado escolar, licenciarse y dar clases en la Universidad de Tiflis.

Volvió a dejar de lado a las musas para meterse de lleno en el mundo del crimen como intermediario entre los transportistas clandestinos de fruta y verdura georgiana y el Ministerio de Agricultura. Convertido en un auténtico padrino al frente de una organización paramilitar -Mjedrioni (los jinetes)- probó con la política, un mundo paralelo al de la mafia en la Georgia poscomunista. Sus jinetes se pusieron a la cabeza del Ejército en los conflictos georgianos de Abjasia y Osetia.

Ioseliani promovió a Edvard Shevardnadze (a la sazón ministro de exteriores de Gorbachov) como candidato ideal para encabezar la república ex soviética de Georgia tras el derrocamiento del nefasto presidente Zviad Gamsajurdia.

Ioseliani no tardó en arrepentirse cuando, fiel a la mejor tradición del feudalismo soviético, Shevardnadze se olvidó de los viejos favores y promovió su encarcelamiento en 1995 bajo la acusación de que quería matarle.

Sólo en 2001 Ioseliani fue indultado y salió de la cárcel, enfermo y cansado. «Yo pensaba que Shevardnadze ayudaría a Georgia a conseguir créditos sirviéndose de importantes contactos como Reagan, Bush o Thatcher », dijo en una de sus últimas entrevistas.

Dzhaba Ioseliani, literato y criminal georgiano, falleció en Tiflis el 4 de marzo de 2003 a los 75 años.

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